lunes, 16 de julio de 2012

EL JARDÍN, MÁXIMA EXPRESIÓN DE LOS SENTIDOS


“El arte de los jardines es la forma más sofisticada del arte del paisaje”
John Dixon Hunt 

“Todas las melancolías tienen esencia de jardín”
Federico García Lorca

El jardín, arte de los cinco sentidos, lugar modificado por la intervención humana con finalidad estética, religiosa, política, cultural, productiva. Un arte que se diferencia de las otras porque en el jardín la belleza no sólo se contempla sino que se vive. Porque en el jardín realmente se vive el arte, en cuanto el acto humano de contemplar y vivir. Representa un genuino espacio donde se pueden describir acciones y construir escenas. Un vínculo que el hombre establece para conciliarse con el mundo exterior. Expresión máxima del ideal ecológico que es el abrazo entre cultura y naturaleza 

En cuanto obra de arte, el jardín, al igual que la pintura, representa un lugar y, como la literatura, narra historias y describe escenas. Por todo eso cada cultura ha desarrollado un tipo de jardín que corresponde a su particular visión del mundo. 

El pensador italiano y conocido estudioso del jardín Rosario Assunto, a lo largo de tres libros fundamentales para la reflexión sobre los problemas de la jardinería y de la historia de los jardines caracteriza el jardín como “identidad de arte y de naturaleza. Arte como naturaleza y naturaleza como arte”. De aquí la importancia que tiene el arte de los jardines, al transformar en final la causa eficaz de la naturaleza: “(…) la naturaleza se vuelve, en el jardín, naturaleza que el hombre ha hecho libre, y en cuanto nosotros disfrutamos en el jardín de la naturaleza como obra de arte, objeto de una contemplación en sí misma fundada que tiene en sí misma su propio fin”. 

Dice el historiador del arte del jardín John Dixon Hunt, en su obra L´art du jardin et son histoire: “El arte de los jardines es para el hombre un modo fundamental de expresión y sentimiento”

El jardín constituye un documento único, limitado, perecedero, irrepetible, con un proceso propio de desarrollo, una historia particular en el espacio-tiempo. En palabras del paisajista catalán Nicolás Mª Rubió y Tudurí: “Jardín es obra corpórea, no viento articulado en palabras (…) Va a tratarse de un gran arte”

En el sentido místico, el jardín puede tener varios grados de disfrute sensorial e incluso sentimental, disponiendo para ello únicamente por parte del observador una sensibilidad elemental para la valoración de las formas, los colores y los elementos naturales. Para alcanzar, en cambio, un placer intelectual y estético resulta necesaria una concepción de la idea de jardín que haga de él un mundo para ser contemplado; y esto implica u proceso creativo similar al de cualquier obra de arte. 

Así, los elementos que configuran el diseño de un jardín se extraen, en todo o en parte, del mundo biológico e inanimado, y se adoptan como medios de expresión en el ámbito de una creación humana, plenamente libre y consciente. 



Además de los elementos naturales –como masas arbóreas, las diferentes plantaciones, las rocas y el agua, que pueden aparecer también en formas artificialmente manipuladas-, el jardín utiliza elementos arquitectónicos, plásticos y decorativos; las preferencias por algunos de ellos y las modalidades de su empleo revelan el talante y el espíritu de una época o de una civilización. 

Las palabras del profesor Francesco Fariello son tremendamente elocuentes: “Los jardines expresan una forma artística accesible a todos y de una comprensión prácticamente inmediata”

Y es precisamente el poema bíblico del Cantar de los Cantares quien mejor nos alecciona en todos estos aspectos místicos, sensoriales, botánicos… 
“…Eres huerto cerrado, hermana y novia mía; huerto cerrado, fuente sellada. Tus brotes parecen paraíso de granados, con frutos exquisitos…” 

Esa carga simbólica está presente en todo jardín, y se traduce en aspectos aprovechados, que para los hombres y mujeres de hoy nos tienen que llevar a reflexionar sobre el respeto a la naturaleza, sobre la correcta utilización de especies vegetales adaptadas al medio ambiente de la zona (en nuestras latitudes, por ejemplo, emplear plantas de marcado carácter mediterráneo como el mirto, la adelfa, el olivo, el granado, la vid, los cítricos, el tomillo, la lavanda…), sobre el bien escaso que es el agua y de su correcta utilización mediante los más modernos sistemas de riego: riego por goteo, microaspersión. 

Ser dueños de un jardín nos tiene que hermanar para siempre con la naturaleza, pues ese pequeño o gran paraíso proviene de ella, y a ella se encamina anualmente en todos los ciclos naturales de floración, crecimiento, fructificación, etc. 

Por ello, cuando quiera diseñar, proyectar y por fin plantar un jardín: 
- Documéntese lo suficiente en materia de botánica ornamental, estilos de jardinería más adecuados a su zona geográfica. Adéntrese en los jardines, los de dos dimensiones que nos proporcionan los libros. 

- Visite y déjese asesorar por jardineros, viveristas, paisajistas e ingenieros, en definitiva, por los profesionales del jardín. 

- Rastree por Internet la amplia colección de páginas sobre jardines históricos y botánicos; viveros y empresas de riego, fertilizantes, semillas y plantas. 

- Pasee por muchos jardines públicos y privados, empapándose en cada rincón de detalles artísticos, poéticos y medioambientales que serán muy útiles en su futuro jardín. Lleve siempre, como el poeta y pintor un “cuaderno de campo”, no le defraudara. 

- Por último, de toda la experiencia acumulada por los jardineros a lo largo de los años, nos quedamos con las siguientes sugerencias, que harán de todo jardín “un paraíso en total armonía con la naturaleza”

  1. Combinar las plantas en posiciones concretas, teniendo en consideración las necesidades de las mismas tanto como nuestros propios deseos. No tiene sentido estar decidido a tener una planta a menos que se le pueda dar el tipo de condiciones que ella misma elegiría, si pudiera permitirse este capricho. 
  2.  Las plantas ofrecen la posibilidad de tener un jardín interesante, y si aplicamos determinados estilos de plantación crearemos un jardín con rasgos distintivos. Con la ayuda de un buen diseño, los elementos encajarán perfectamente y podrán embellecer el jardín. 
  3. Conocer los principios básicos de plantación. Un diseño de plantación tiene que funcionar a distintos niveles. En primer lugar, las plantas tienen que encontrarse a gusto en su entorno, pero también debe tener en cuenta otros factores. Tiene que tratarse de una composición verdaderamente tridimensional, actuando desde el nivel superior a través de cada capa hasta llegar a la superficie del suelo. Los principios de cultivo se basan en una combinación de conocimientos prácticos y de los valores estéticos de color, la forma y la textura. 


La plantación como una forma de arte combina elementos de la pintura y la escultura, ya que para conseguir los efectos deseados se basa en la creación de armonías y contrastes de color, forma y textura así como en la creación de modelos y ritmos dentro de una composición. 

Hagamos nuestras las emotivas palabras del profesor Michel Baridon, quién en su deliciosa obra Los Jardines. Paisajistas, jardineros, poetas nos dice: “Es la hora de los jardines. En los escaparates de las librerías se amontonan los libros y revistas que hablan de ellos, unos con lirismo, otros con rigor técnico y otros, en fin, adoptando el tono de la sabiduría rústica”. 

Las funciones de un jardín 
“Dios Todopoderoso plantó primero un jardín. Y de verdad, éste es el más puro de todos los placeres del hombre” 
Francis Bacon, 1625 

Los jardines brindan un entorno para la combinación de las diferentes disciplinas, y el arte de la jardinería es una mezcla única de diseño y prácticas artísticas, de ciencia y naturaleza. Cuando diseñamos un espacio exterior, buscamos integrar los elementos naturales como la tierra, las rocas, el agua y las plantas, con materiales de construcción como la piedra, los ladrillos, el cemento, el metal y el vidrio, tratando de lograr un delicado equilibrio entre escala y proporción, acentos y contrastes, ritmos y movimientos. Al realizarlo así, el jardín se convierte en el centro de sueños y también de angustias, y simboliza la expresión única de nuestra relación con el mundo natural. 

Los jardines son dinámicos, espacios tridimensionales donde forcejamos por encontrar el equilibrio entre la mano creadora del jardinero y los instintos contrarios de la naturaleza, que con frecuencia se aúnan en armonía. 

Para el hombre aficionado al cultivo de plantas, la jardinería es una pasión a la que dedica incontables horas de atención y cuidado para distraerse y olvidar sus problemas cotidianos; para otros, la jardinería no es más que el equivalente de un trabajo de casa en el exterior, una tarea que se debe realizar a toda costa para evitar el caos absoluto. La gran mayoría se encuentra entre ambos extremos, ajustando cualquier aspiración de jardinería con las limitaciones prácticas del espacio, del tiempo y del dinero disponible. Sólo muy pocas personas son incapaces de encontrar de alguna forma belleza y placer en el jardín, y el espacio exterior nos ofrece a la mayoría de nosotros un agradable retiro de la agitada vida diaria. 

Un jardín puede ser más o menos lo que usted quiere que sea. Tal vez prefiera las líneas nítidas y el actual minimalismo de un patio pavimentado con sólo una mata de bambú, o se siente atraído por el encantador desorden de una mezcla de flores entre caminos curvos y serpenteantes. Y tanto si está considerando el balcón de su apartamento como un espacio para practicar la jardinería como si cuenta con todo un extenso terreno de una casa solitaria en las afueras, cerca de la costa, el jardín siempre le permite expresar sus gustos y su personalidad, al igual que, con toda seguridad, lo expresa su casa o su apartamento. Si su hogar está inmaculadamente limpio, por ejemplo, no es muy probable que quiera tener un jardín desordenado, con plantas que se autofecunden, trepadoras que cubran todas las superficies y un sendero guarnecido con hierbas colgantes. 

Hay algo tentadoramente relajante en “retirarse” al jardín. Hasta en el patio más pequeño hay lugar para un par de sillas plegables donde sentarse. Probablemente disfrute de estar en el jardín en los días cálidos y soleados cuando el aire es denso y pesado con el aroma familiar del verano, o reunirse con sus familiares y amigos para una cena informal al aire libre, cuando anochece y el ambiente empieza a refrescar.



Vistas, aromas y sonidos impregnan un jardín. La fuente de agua más insignificante puede ser su punto focal o un fondo acústico relajante. Un estanque, por ejemplo, también puede fomentar el desarrollo de la vida silvestre, aunque Francis Bacon en uno de sus tratados sobre jardines (Of Gardens, 1625) advierte que: “Los estanques lo echan a perder todo y estropean el jardín, llenándolo de moscas y ranas”. Naturalmente, los tiempos cambian y gracias a las bombas eléctricas y a las instalaciones de filtros modernos, el estanque de agua estancada ya es cosa del pasado. Sin embargo, el mantenimiento sigue siendo importante: modelar su oasis particular alrededor de un estanque significa que debe retirar las hojas caídas del árbol con regularidad. La apariencia “natural” no es una solución para buscar un jardín que exija poco mantenimiento ni una excusa para abandonarlo. 

Para los niños, y también para muchos adultos, el jardín es un espacio natural para el juego. Puede ofrecer la oportunidad de observar a los pájaros, cazar mariposas, jugar a la pelota o divertirse con la mascota familiar. Hay mucha gente convencida de que los días eran más largos, los veranos más soleados, el césped más inmaculado y las flores más dulcemente perfumadas durante su infancia, y si éste es también su caso, ¿por qué no convertir su jardín en una expresión emocional de tales recuerdos, tal vez con alguna casa en los árboles o un escondite en un rincón alejado? La mayoría de nosotros responderá con entusiasmo a la sugerencia de un sendero serpenteante, de un portón en el muro del jardín, de un elemento semioculto más allá. Tales “estancias” exteriores ilustran una de las doctrinas sobre arquitectura de Sir John Soane, la importancia de lo casual y de la sorpresa, para su aplicación tanto en interiores como en el jardín: cualquier jardín que muestra todo a primera vista carece de la magia que le invite a explorarlo más. 

Los jardines son más generosos con nuestros ensayos y errores que nuestros hogares. Por cada desengaño obtenemos alguna compensación en forma de una sorpresa inesperada. Con su gran tapicería de color y textura, su luz y su sombra y sus alteraciones con el tiempo, las estaciones y el clima, los jardines estimulan los sentidos y reaniman nuestra mente y nuestro cuerpo. Sus recompensas son amplias y variadas, y no siempre predecibles. En los mejores jardines, el hombre trabaja junto con la naturaleza para lograr un efecto óptimo y espléndido. En los tiempos tan difíciles que vivimos en muchos aspectos, los jardines nos recuerdan una faceta distinta de la vida: tal como escribió Beverley Nichols: “El tiempo únicamente es amigo del jardinero: le da cada año más de lo que le roba”

Francisco Javier Guillén Berrendero. Historiador y paisajista.
Fotografías Aníbal Rodríguez Gutiérrez

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